Uno de los impedimentos que muchas personas encuentran a la hora de acudir a terapia es el estigma que aún arrastran los pacientes que acuden a terapia. Realizar una terapia psicológica no implica estar “loco” (si es que eso realmente existe), ser débil o tener un trastorno mental grave. Los motivos pueden ser muchos y muy variados, y todos tenemos la libertad de explicarlos o no.
Por eso una buena alternativa suele ser la terapia online. Muchos pacientes se sienten más cómodos realizando terapia desde su casa que no acudiendo a un centro. En su hogar se sienten lejos de miradas al entrar a la consulta, mucho más cómodos en un entorno que controlan y más relajados. Eso les hace estar más abiertos a la comunicación con su terapeuta y hace que la terapia avance a un buen ritmo.
No solo las personas con problemas de movilidad lo agradecerán sino que aquellas que busquen intimidad también lo harán. Al fin y al cabo, abrirse ante en terapeuta en un entorno conocido hace que la situación sea menos amenazante y los pacientes se sientan menos juzgados, lo que es muy positivo a la hora de tratar problemas delicados.
